Hay que leer a Cortázar. Siempre. Sus cuentos son la pintura genial de seres improbables, mágicos y llenos de ternura. Son la síntesis mejor de su literatura, a la que nos acerca el prólogo de Mario Vargas Llosa, y son también la oportunidad de embarcarse en un viaje interminable conducidos por su mano maestra.

Contiene Bestiario, Historias de Cronopios y de Famas, Todos los fuegos el fuego y Un tal Lucas. ( )

Esta colección de cuentos nos acerca de nuevo al mundo de Cortázar, a ese juego que es un refugio de sensibilidad e imaginación, que nos ayuda a escapar de la inseguridad y del absurdo de este mundo, como asegura Mario Vargas Llosa. ( )

Los cuentos de Cortázar son el paraiso de los que creen que los límites entre lo razonable y el absurdo no están nada claros. En cualquier momento puede saltar lo increible, que puede oscilar entre lo meramente imprevisto y el absurdo más fatal. Vargas Llosa, prologador del volumen, dice que esto es un continuo juego, y puede que tenga razón. Porque no parece que Cortázar pretenda ningún simbolismo. Quizá a veces elementos como el tigre ("Bestiario") o las hormigas ("Los venenos") puedan interpretarse en clave simbólica, pero sólo a veces. El autor, además, se complace en introducir, de vez en cuando, relatos pegados a la tierra, de un realismo desarmante, como "Torito" (la clásica historia de un boxeador contada por él mismo). El último libro de cuentos que aparece aquí, "Todos los fuegos el fuego", está, sin embargo, compuesto de historias realistas, a veces conmovedoras ("La salud de los enfermos", sobre los empeños de una familia por ocultarle a la madre enferma las muertes de sus seres queridos; o "La señorita Cora", sobre un enfermo adolescente que se enamora de su enfermera, y ella de él, hasta que él muere), y a veces rozando el absurdo de relatos anteriores, como en la célebre "La autopista del sur". Es curioso que este libro haya seguido al más "experimental" de sus libros de cuentos, "Historias de cronopios y de famas". Dice Vargas Llosa que, desde aquí, Cortázar evolucionó hacia una literatura más comprometida políticamente (ya se ve en el último cuento, "El otro cielo", un relato de guerrillas revolucionarias fácilmente identificables) y, según él, menos interesante. En fin, que se lo pasa uno realmente bien leyendo estas historias, que no se aburre uno nunca, incluso ni siquiera cuando no comprende nada, que uno se sorprende, se asusta, se ríe, se sonríe, se pasma y se asombra de tanta imaginación suelta por estas páginas. ( )

Hay que leer a Cortázar. Siempre. Sus cuentos son la pintura genial del sueño de seres improbables, llenos de ternura, ausentes, mágicos. Es la síntesis mejor de su literatura, a la que nos acerca el prólogo de Mario Vargas Llosa, y es también la oportunidad de aproximarse a su capacidad para crear con las palabras una atmósfera que se parece a un viaje interminable en el que él nos conduce con su mano maestra. ( )