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Indlæser... Un hombre solo. Cartas desde la torreaf Santo Tomás Moro
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El humanismo se, en efecto, preocupación o solicitud por el hombre. En cada una de sus cartas aparecen detalles conmovedores de preocupación por los suyos, por su mujer y sus hijos, sus amigos y hasta por los que le condenan; se refiere a características personales de cada uno, con atinadas observaciones singulares y solícitas sugerencias sobre el trato, la vida familiar, la educación o el comportamiento. (…)
Porque Moro es humanista en todas las vertientes y significaciones. En la primera y más originaria, como hombre dado al estudio de las humanidades a la luz de la gesta cultural grecorromana. Y en la segunda, la que concibe el ideal humanista como preocupación por el hombre, del que dejó testimonio como abogado, gobernante y escritor. Pero, además, Moro acredita su humanismo en el más difícil de todos los empeños: el de ser más, el de ser mejor.
Esas cartas desde la prisión son un testimonio crucial respecto a esta tercera significación del humanismo: el ser más humano, más plenamente hombre. Las cartas tienen, además, la frescura histórica de ser prácticamente sus últimas palabras. (…)
Moro, aunque él no lo exprese así, cultivó las virtudes humanas con el firme impulso de las virtudes sobrenaturales. El libro con sus Cartas desde la Torre recoge los últimos datos al respecto. (…)
Moro cultivó la altísima virtud humana de la lealtad. Está bien clara su lealtad a la fe cristiana que le hizo mártir y le llevó a la canonización cuatro siglos después de su muerte. Pero es menos visible la lealtad a la corona y, en definitiva, a Inglaterra, su patria.
Las cartas la corroboran a modo de última rúbrica de su hoja de servicios como Canciller: Moro no acusa, no ataca, no denigra a su rey. Mantiene su postura moral, sin revancha, a pesar de la atrocidad que se comete con él. Una reflexión inevitable que añadir: Moro no renunció sólo a una espléndida carrera a causa de la justicia, sino también a algo que para él tenía que ser forzosamente -conociendo su trayectoria- extremadamente atractivo: contribuir a la grandeza de una Inglaterra que con Enrique VIII nacía al apogeo de los Estados modernos. Medítese a este fin la bella carta a su hija Margarita, escrita en abril de 1534, donde se consignan ideas insustituibles sobre conciencia y obediencia. Moro es un súbdito que se rebela, a su costa, contra la maquiavélica razón de Estado. (…)
La tierna, amante y delicada paternidad de Tomás Moro es uno de los hallazgos esenciales en esas Cartas de prisión, donde se manifiesta la fuerza de los sentimientos hacia los suyos y, en especial, hacia su Margaret que sería la que poco después rescataría la cabeza de su padre clavada en lugar público como prenda de escarmiento. Ahí está todo lo que un corazón puede decir paternalmente, incluida esa preocupación por la fidelidad de los suyos a la causa de la justicia, excelente bienaventuranza. (…)
Y, en fin, el sentido de la amistad. En este ámbito moral y cordial al mismo tiempo, es de común y clásico conocimiento su debilidad por Erasmo de Rotterdam, quizá no suficientemente correspondida a la hora de la verdad. En las cartas quedan preciosas reflexiones al respecto, manifestadas con gratitud en la dirigida a Antonio Bonvisi: «pues la felicidad de una amistad tan fiel y tan constante en contra de los vientos contrarios de la fortuna, es una rara felicidad, y sin duda un regalo noble y augusto que procede de una especial benevolencia de Dios». (…)
Si el humanismo cristiano se caracteriza por el sentido solícito y amoroso hacia los demás, por el reconocimiento de la condición de criatura divina, por la idea de que el mundo tiene una condición dolorosa y gozosa a un tiempo, y por la vocación de ser más, no hay duda de que Tomás Moro es uno de los más excelentes humanistas cristianos
El libro que recoge sus Cartas desde la Torre lo confirma… de forma tan heroica como cordial.
CRUZ MARTÍNEZ ESTERUELAS – “El perfil humano de Santo Tomás Moro y sus obras desde la torre” ( )