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El problema de las biografías de grandes personajes es que, por lo general, superan ampliamente al biografiador. Así ocurrió con la de Carlos V, y así pasa con esta. El reconocimiento que al respecto suele hacer el autor, y aquí no falta, e incluso se respira en todas las páginas, no es obstáculo para que uno se sienta algo decepcionado. De hecho, en la citada, en la de Juana la Loca y en esta, la lectura ha sido siempre fruto de una recomendación o un regalo, que espero no se repita. Yo hubiera preferido leer a Proust, pero, en fin, siempre se aprende algo.

El libro es interesante, claro. La vida de "la santa" por antonomasia, tanto la externa como la interior, es apasionante, y habría que ser muy ceporro para desperdiciar la ocasión. Sin embargo, me ha resultado un poco cargante el estilo presuntamente periodístico, es decir, simplista. Apenas hay referencias a la vida interior de Teresa, ni, por supuesto, se puede sacar una idea global, profunda, del significado de su paso por la tierra. Es una "película" de su vida, pero, para eso, mejor se lee uno sus libros alusivos. Durante la primera parte del libro (es decir, unas trescientas páginas, que ya le vale) el autor insiste en meter de matute plúmbeos párrafos copiados de manuales de historia patria, de cuando él estudiaba, supongo, con topicazos hoy archisuperados sobre las dotes de gobierno de Isabel la Católica, las gloriosas gestas europeas y etecé etecé. Es, con mucho, lo peor del libro. Afirma en una nota final que todo eso es para "contextualizar" la vida de la biografiada, pero, además de la rancia historia que se refleja, por ninguna parte se ve la conexión entre el personaje y su tiempo. Y es que para eso hay que ser historiador, caramba. Para colmo, se empeñó en comparar la "doctrina espiritual" de Santa Teresa (?) con la de Juan Pablo II (confesando de paso que estaba escribiendo las biografias de ambos a la vez; eso explica muchas cosas, por abarcar mucho). Le debió pillar el toro, porque desde la mitad del texto apenas hay alusiones a otra cosa que no sean las andanzas puras y duras de la santa: vamos, que tiró por la calle de enmedio y liquidó el encargo por la vía rápida. Cosas de periodista, claro. Así, cuando se muere ella, a él le falta tiempo para poner el punto y final sin más explicaciones. ( )